Amanecer
Por: Mariana Dornelles
Más de 80 años nos separan de la primera proyección de una de las películas más brillantes del cine mudo. Amanecer (1927), del director alemán Friederich Murnau, cuenta la historia de un hombre del campo que vive el conflicto entre mantener su tranquila vida familiar en la granja y apostar por una aventura en la ciudad, al lado de una nueva mujer.
Inspirada en la obra de Hermann Sudermann, Viaje a Tilstir, la película ilustra este conflicto por medio de una serie de elementos opuestos, como aventura/amor, ciudad/campo, error/perdón y pecado/redención. Al utilizarlos, Murnau delinea la complejidad de la naturaleza humana, sobretodo al trabajar el desarrollo de la personalidad del protagonista, que vive un proceso de maduración a lo largo de la película, llevándolo a la rehabilitación después de los errores cometidos.
Impacto y originalidad
La proyección de Amanecer, a principios del siglo XX, provocó gran sorpresa y fascinación. Para la producción cinematográfica de la época, Murnau ofreció una serie de innovaciones y experimentos técnicos que, además de expresar su subjetividad, revelaban el espíritu alemán vivido en el período de entreguerras, marcado por un estado anímico delicado, contra el cual solamente los recursos de distorsión y deformación de la realidad podrían constituirse como una alternativa a lo que vivían – característica bastante representativa del expresionismo alemán.
Realizada en este período, Amanecer opta por la deformación como efecto simbólico. Para ello Murnau realiza distintas opciones estéticas, como el uso de contrastes entre claro y oscuro, transparencias y sobreimpresiones de imágenes, escenografía fantástica, maquillaje acentuada y diversos efectos especiales, como el uso de niños y enanos para dar noción de más profundidad a los espacios. Además, utiliza una banda sonora innovadora y realiza un uso absolutamente original de la cámara, resultado de la experimentación de nuevos movimientos (como la sensación de traveling), para imprimir dinamismo a la monotonía reinante de la cámara fija.
Trayectoria
Antes de la realización de Amanecer, Murnau había producido más de 15 películas en Alemania, como Nosferatu (1922), El Último (1924) y Fausto (1926). Debido a la singularidad de su estilo, Murnau fue invitado a dejar la producción alemana para trabajar en los estudios de Hollywood. Amanecer fue su estreno – la producción más cara del género – y su éxito fue innegable; en 1929 ganó tres Oscar: de mejor actriz, por la actuación de Janet Gaynor, de mejor cinematografía, para Charles Rosher y Karl Struss, y de mejor calidad artística.
Con los ojos de hoy es seguramente muy difícil imaginar el impacto de las innovaciones propuestas por Murnau. Sin embargo, Amanecer es un desfrute a cualquier admirador del cine: nos brinda imágenes preciosas, construidas y dibujadas en los mínimos detalles y contándonos, con pocas palabras, una buena historia de amor, una canción de dos amantes. Sin dudas, una película esencial.
F.W. Murnau "Sunrise"
Por: Baiba Bergmane
Back in the 1927 on the Hollywood big screens appeard that time great german “silent cinema” star's F.W. Murnau first collaboration with “Fox” film studio - “Sunrise”. Which sound effects were used to mark the end of the “silent cinema” and a step forward to talkie era. Although Murnau is best known today for his film “Nosferatu” - adaptation of Bram Stocker's “Dracula”, for which Stoker's widow sued for copyright infringement, “Sunrise” is no exception for an approval of Murnau's artistic and innovative talent. Co-operating with his work colleagues from Europe, including the film scriptwriter Carl Mayer, cinematographer Charles Rosher and art director Roches Gliese, he created “the song of two humans” (the subtitle of film), which could indeed speak of something so lyrical as music, as you see till perfection drawn picture views, the dances of light and shadow and innovations in the camera movement.
The story is truly simply, about a couple and their child living in a countryside happily until the moment when the summer breezes, with the company of vacationists, bring the families idyll destroyer, urban seductress – Margaret Livingston, whose city character in many ways seems like the feminin equivalent of Murnau's vampire Count Orlock (from the 1922 “Nosferatu”), as George O'Brien's soul seducer. Even in one scene we can see her's spectral images surrounding him and suggesting her murderous desires. Although the story line is very simple, its plot development leads us to unexpected, dramatic turns. When O'Brien's personage attempts to murder his innocent wife – Janet Gaynor – at the crime scene he starts to feel unbounded sense of guilt and understands that what he is doing is totally wrong. That leads their boat trip to a new journey in the rathe city streets, where they once and again find each other tgrough the palish love curtain.
Although the film turned out to be a box-office flop, its influence on other filmmakers and innovative works of cinema are not debatable. One of the films containing value is also the aspect of practically unused title-cards. And absolutely there are no need for them as you see the perfect performances of the actors who fully reveal the characters of the personage's and the dramatical events only with the gesture and mimic assistance.
Murnau's influence of german expressionism, which he brought also to Hollywood, and his eternal desire to create movies as something more than just moving pictures, he opened quite a different view of that time cinema. And still “Sunrise” is and remains as one of the finest examples of a great visual story and essential benchmark by witch all other film products should be valued, looking back on its achievements and possibilities in that time cinema industry.
Amanecer
Por: María López Villarquide
Algo en la estructura y el estilo general de todo un clásico del cine mudo como es Sunrise, deja al espectador con la sensación de haber visto no una, sino varias películas al terminar la proyección. Ochenta y dos años después de su estreno en Hollywood, la obra maestra de Murnau y uno de los últimos vestigios del cine mudo, se recupera para las grandes salas de nuestro país: sin duda, una estupenda ocasión para recordar o descubrir esta “canción de dos seres humanos” .
Desde el comienzo, sirviéndose de unos intertextos aclaratorios, el film pone de manifiesto su intencionalidad didáctica, tratando de acercar al espectador a una historia común, que no pertenece a ningún lugar y que puede ser escuchada en cualquier momento. Quizás sea este el caso de una fábula dentro de la cual nada esté reservado a la imaginación y todo beba de las fuentes de la vida cotidiana; o quizás no, puesto que nada en esta historia tiene nada que ver con una “historia cotidiana”. La última palabra, como siempre, la tiene el espectador.
En 1927, cineastas de varios países utilizaban con toda libertad los rasgos estilísticos de la puesta en escena alemana, la fotografía y el montaje francés y el montaje soviético. El estilo se abrió paso incluso en Hollywood. Dado que muchos cineastas, sobre todo alemanes, fueron contratados por estudios americanos, los rasgos europeos comenzaron a aparecer en las películas americanas. Sunrise, fue escrita por el guionista de El gabinete del Doctor Caligari, Carl Mayer. Era una elaborada producción de estudio para la Fox Film Company, pero excepto en lo referente a sus conocidas estrellas americanas, se podría haber hecho en Alemania . Es por esto que siguiendo las directrices marcadas por el denominado Expresionismo alemán, el cual dependía de la puesta en escena para lograr composiciones conjuntas de decorado y personaje como un “todo natural”, distorsionado y expresivo, la pieza se ofrece como un capricho estético que sin embargo, por momentos, desconcierta al espectador debido a la inserción de gags o momentos cómicos tan brillantes, como desconectados del conjunto de la obra (véase la sorprendente secuencia del “cerdo borracho” que ameniza la segunda parte del film, a modo de entremés o sketch en absoluto integrado con el argumento).
Probablemente Sunrise, en esta segunda oportunidad que nos brindan las pantallas españolas, agradará al público más escéptico y menos familiarizado con los clásicos; no es éste el caso de una pieza de museo sagrada, que no pueda tocarse o comentarse, sino más bien todo lo contrario: 95 minutos de juegos de cámara y arriesgados montajes que conforman una conmovedora historia, a medio camino entre el melodrama y el suspense, y con un apoteósico final tan presumiblemente grandioso como el mismísimo amanecer.
Amanecer: el retorno de lo mítico reprimido, pero en otro lugar.
Por: Julius Richard
Existe una teoría que dice que ver películas es ver al tiempo la historia del cine y la historia del mundo.
Amanecer, la primera película americana del maestro alemán Murnau, es sin duda una de las obras cumbres del cine mudo de los orígenes. En ella, la técnica de la imagen (el marco) y el montaje se hacen intensamente modernas: ésta, con el Octubre de Eisenstein del mismo año de producción, son ejemplos fundacionales de un cine ya no primitivo, ya no ingenuo ni inocente. Un cine que sabe lo que se hace.
Todos los cánones (hasta el más moderno de Rosenbaum) la incluyen en su lista Top 10. Y lo cierto es que Amanecer es una gran película, emocionante y sorprendente, que aún hoy en día conserva su valía en la historia del cine. Seguramente, sea uno de los primeros casos de tragicomedia filmada Pero, allende su saber hacer fílmico y su ejemplaridad narrativa, perfecta y circular, habría que preguntarse por el mundo que Murnau desvela e interpreta: mantener una relación viva con el filme, y no anestésica. Esa es la lección godardiana sobre la historia del cine: la de que, tras las imágenes ya muertas, fluye un mundo aún vivo, siempre.
El expresionismo tenía un principio: “La vida no orgánica de las cosas, una vida terrible que ignora la sabiduría y los limites del organsmo.” Este principio, enunciado por Deleuze en sus escritos sobre el cine y la “imagen-movimiento”, es el que alimenta a las figuras de lo no muerto: Nosferatu, El Golem; y del mal: Dr. Mabuse, Dr. Caligari, Mefistófeles, pero también a la propia naturaleza, en las dualidades vida-muerte, luz-oquedad (una oscuridad viva), interior-exterior. Y ahora, en términos de urbanismo: campo-ciudad.
Amanecer reactualiza los mitos del romanticismo alemán para el gran público americano, transformando la dialéctica en maniqueísmo. Así, la historia que nos cuenta es la de un personaje que, como Fausto, vende su alma para luego, tras su temporada en el infierno, arrepentirse y redimirse. Sólo que, en lugar de al diablo, se la vende a una Morena que, con propiedad, puede decir lo que Mefistófeles: You are all mine? Esta Morena es lo nuevo no orgánico, lo nuevo no muerto: la Ciudad. En ella se simboliza el mal de la modernidad técnica, y por eso la de Murnau es la ética del campesino: Murnau era el más romántico de todos los expresionistas como Berg era el más romántico de los dodecafonistas, invadidos de un natural sensualismo apegado a la vida agraria. Este reaccionarismo antimoderno es el pilar de la filosofía alemana de los últimos 20, aquella sobre la que fermentó la ulterior ideología nazi: en 1927 Heidegger publica “Ser y Tiempo”, donde analiza las vicisitudes del sujeto moderno, tentado por la técnica (esa Morena) y caído en la nada existencial. Tesis que Murnau parece ilustrar con Amanecer: necesario es caer para volver a alzarse. Un gesto de resiliencia incólume: los orígenes no pueden perderse, no hay que caer en la tentación. Su siguiente film yanqui se titularía: Tabú.
Un edulcorado final hace que la película se cierre con el típico happy ending hollywoodiense que sigue vigente, con defensa de la unidad familiar incluída (tipo Spielberg o Nyght-Shyamalan). Murnau, el exiliado, supo adecuarse a su nuevo público, a los que contar viejos mitos. Pero los americanos no podían aceptar esa máxima profunda del expresionismo: la muerte –ya se sabe- es un Maestro Alemán.
(Contexto aproximado: una publicación o encuentro de cine y pensamiento; artículo cahierista o tipo congreso interdisciplinar y universitario; el target, por tanto, no es democrático (ni Fotogramas, ni Cinemanía, ni Guía del Ocio))
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